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viernes, 28 de mayo de 2010

Emilio Calatayud el libro. 'Reflexiones de un juez de menores'

"Por no parecer fachas, los padres no ejercen"·
El éxito de las sentencias dictadas por Calatayud lo demuestran las cifras: en Granada, la delincuencia se ha reducido un 8%

DAURO EDICIONES 
El presente libro recoge las reflexiones que el Juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud, ha ido expresando a lo largo de estos últimos años en conferencias, entrevistas, ponencias, etcétera. Se ha tomado como punto de partida las videograbaciones de dichos actos y, a partir de los mismos, ofrecemos aquí sus opiniones con el convencimiento de que se trata de una valiosa mirada para entender mejor nuestra realidad social.

Emilio Calatayud es Licenciado en ICADE y Licenciado en Derecho por la Universidad de Granada en 1977. Abogado en ejercicio en Ciudad Real durante dos años, en 1980 ingresa en la Carrera Judicial, siendo destinado a Güimar, Tenerife. Es profesor adjunto de Derecho Penal en la Universidad de la Laguna desde 1981 a 1984, año en el que es destinado a Granada para desempeñar los Juzgados de Distrito nº3, Juzgado de 1ª Instancia nº4 y Juzgado de Instrucción nº4. Profesor asociado de Derecho Procesal de la Universidad de Granada durante los años 1985 a 1994, en 1988 realiza el primer curso de especializacion como Juez de Menores, ejerciendo como tal en dicho juzgado hasta la actualidad.www.babellibros.com

Reflexiones de un juez de menores
Autor
: Emilio Calatayud
GRANADA , 2007.
160 pp. 23 x 15 cm.
Colección: ALMINARES
ISBN: 978-84-96677-09-8
MATERIA: ENSAYO POLITICO
FORMATO: CUARTO - RUSTICA

EDITORIAL: www.edicionesdauro.com


  • ENTREVISTA JUEZ DE MENORES EMILIO CALATAYUD

    "Por no parecer fachas, los padres no ejercen"
    Tengo 51 años. Soy manchego del Albaicín: nací en Ciudad Real y hace 23 años que vivo en Granada. Soy juez de menores. Estoy casado y tengo dos hijos, Emilio (21) y Alba (15). ¿Política? ¡Inconformista! Creo en Dios, soy católico poco practicante. ¿Afición? No hacer nada, y descansar. Publico ´Reflexiones de un juez de menores´ (Dauro)


    VÍCTOR-M. AMELA -07/06/2007 SACROMONTE Me cita en una terraza de la plaza Aliatar, corazón del Albaicín, alma de la vieja Granada. Llega en su moto Burma, se quita el casco y pide una caña. Le ofrezco unos caracoles picantes, y declina: "Yo, no: las almorranas...". Acabamos de conocernos y ya habla claro. Es de los que van al grano y sólo teme una cosa: apartarse del sentido común. "¡Es de sentido común!", me repite al referirse a sentencias que le han hecho popular. Y respetado. Y querido. Al día siguiente me paseo por el Museo del Sacromonte y el taquillero me pregunta: "¿Es usted periodista? Le vi ayer hablando con el juez Calatayud...". Asiento. "No sabe usted lo que ese hombre ha hecho aquí por muchos chicos. ¡Ha hecho tanto por Granada...! Ese hombre es muy importante, puede decirlo".

    - ¿Cuál ha sido su última sentencia?

    - Ha sido para dos niños pijitos de 16 años que habían hecho unas gamberradas... Ellos esperaban que los condenase a un trabajito por escrito... ¡Ja! Los he enviado dos días a servir al comedor de indigentes.

    - ¿Cómo son los menores que llegan a su juzgado?

    - Antes la mayoría eran de familias marginadas. Ahora casi no hay diferencias por clases, me llegan muchos de familias de clase media y media alta.

    - ¿Acusados de qué?

    - Vandalismo, desórdenes públicos, conducir alcoholizados, lesiones, robos... También he juzgado 40 violaciones y 30 asesinatos.

    - ¿A cuántos menores lleva juzgados?

    - Soy juez de menores desde hace casi 20 años, a 600 casos por año..., ¡multiplique!

    - Doce mil sentencias... cuya creatividad le ha dado fama: los condena a hacer cosas.

    - Lo único que hago es creerme la ley.

    - ¿En qué sentido?

    - La ley ofrece recursos a los jueces para que intentemos que el delincuente regrese a la comunidad de modo constructivo.

    - No le gusta encerrar a los menores.

    - Hay delitos en los que el internamiento es automático. Pero en los restantes... creo que hay modos más eficaces de apartar al menor de los comportamientos delictivos.

    - ¿Por ejemplo?

    - Siempre tengo a un par de chicos lijando la fachada de mi juzgado... La voz se corre: hay menos pintadas ahora en Granada.

    - Cuénteme alguna de sus sentencias.

    - La primera que llamó la atención, en 1990, la impuse a un chavalín de 14 años que robaba televisores y vídeos en grandes almacenes con gran pericia. ¡Todo un fenómeno!

    - ¿Qué condena le impuso?

    - Lo envié al reformatorio de San Miguel, y entonces me enteré de que no sabía leer, así que le dije: "Si aprendes a leer y escribir, te suelto". ¡Y a los dos meses había aprendido, el espabilado! Y le di libertad vigilada.

    - Quizá le ayudó a ser un ratero letrado...

    - El otro día un armario de 90 kilos y casi 30 años me abraza, me planta un beso en plena calle y me da las gracias. Lo reconocí: a los 16 años era un hijo puta..., y hoy es un fenómeno de la electricidad.

    - ¿Se emociona, juez?

    - Es como aquel pobre que desde chico recogía aceituna, sin escolarizar, sin saber leer ni sumar. Uno mayor le enredó para que robara material de una obra, y me llegó. "En seis meses te examinaré de leer, escribir y las tres reglas", le condené. Y con clases de apoyo... ¡no me salió un Cervantes, pero aprobó!

    - ¿Qué otro tipo de sentencias dicta?

    - A un chulito, maltratador de colegio, lo he enviado a servir el catering en un centro de paralíticos cerebrales. Según el caso, los envío por horas a ayudar en los comedores de indigentes, en la Cruz Roja, en los centros de Cáritas de viejecitos, en asociaciones de vecinos (a los que la lían en un barrio), al cuerpo de bomberos, a alistarse al ejército...

    - ¿Más provechoso que estar encerrados?

    - Tengo ahora a 900 menores en libertad vigilada. A los chicos de costa los coloco en grupos de asistencia a pateras en las que llegan menores. O a limpiar playas...

    - Eso será sólo en verano.

    - Es que tengo sentencias de temporada: en Navidades, a niñas que roban en grandes almacenes las tengo ayudando en campañas de recogida de juguetes para niños pobres.

    - Arguménteme estas originales medidas.

    - Para que un menor no reincida, ¡lo primero es que sea consciente de lo que ha hecho! Y de que vivimos en comunidad. ¡Estos servicios a la comunidad les ayudan a entender!

    - Acumulará mil anécdotas...

    - Tengo a uno de mis chorizos condenado a servir durante 50 horas en las oficinas de una asociación de mujeres tetrapléjicas. Les arregla cosas, les hace recados... ¡Ahora esas mujeres acaban de publicar una carta en la prensa, rogándome públicamente que le baje la condena, que es muy buen chico, ja, ja...!

    - Les llama usted "mis chorizos"...

    - He juzgado a choricillos de la edad de mis hijos. ¡Eso influye...! Al marginado le ayudo a estudiar y a sacarse el graduado escolar; y al pijito, a servir a los demás. ¡Ah, y tengo a muchos en la limpieza del botellón!

    - Granada tiene fama de botellonera...

    - Sí. Les condeno a levantarse a las siete de la mañana, y ¡a limpiar plazas y calles!

    - ¿Tiene a tantos chicos como chicas?

    - La chica se ha masculinizado, en el sentido agresivo del término: hace 20 años me llegaba un 7% de chicas..., y ahora es ya un 20%. ¡Y en maltratos, ya casi hay paridad!

    - ¿A qué tipo de maltratos se refiere?

    - Maltratos de los hijos a los padres. Chantajes, coacciones, golpes... Son los casos que más veo aumentar, semana a semana...

    - ¿No le parece espantoso?

    - Los padres tienen poca autoridad a ojos de los hijos. Los hijos ya no les respetan. Y muchos padres, desesperados, tienen que denunciar a sus propios hijos por malos tratos.

    - ¿Cómo se llega a tan horrible situación?

    - Fácil: dé al niño todo lo que pide, no le obligue a nada en casa, no le afee malas conductas, desautorice a sus profesores...

    - ¡Fallos de los padres, por lo tanto!

    - Sí: por miedo a parecer fachas, muchos padres no se han atrevido a poner límites a sus hijos. Y queriendo ser sus colegas... ¡les han dejado huérfanos!

    - ¿Mejor volver al ordeno y mando?

    - Un niño necesita padres, y un padre es alguien que marca límites, que dice: "Hijo, te quiero mucho y por eso ahora te digo NO".

    - ¿Usted lo ha hecho así?

    - Con peloteras, sí..., pero ejerzo de padre. www.lacoctelera.com


  • Éxito de las sentencias

    El éxito de las sentencias dictadas por Calatayud lo demuestran las cifras: en Granada, la delincuencia se ha reducido un 8%. El seguimiento de esas medidas impuestas por el Juez de Menores viene a certificar la eficacia de una nueva forma de entender la justicia:
      "el 90% de los chavales que hemos condenado a sacarse el graduado escolar lo han aprobado; chavales que hemos condenado a asistir a cursos de tetrapléjicos se han convertido en voluntarios, incluso uno de los chavales que aprobó el graduado escolar se ha prestado a colaborar como monitor para otros chavales que se tienen que examinar en septiembre",
    señala Emilio Calatayud, añadiendo que "hay respuestas muy buenas, pero a veces también tenemos fracasos, lo que pasa es que se ofrece una serie de oportunidades al delincuente que a lo mejor antes no las tenía y hay gente que las aprovecha".

    Los factores que determinan las conductas delictivas, según Calatayud, van desde la educación al sistema social, la familia o la injusticia social entre otros. "Pero también es verdad que ya no sólo cometen delitos los chicos de clases marginales sino también cometen delitos gente normal y gente media, a veces por llamar la atención. Detrás de un niño conflictivo no tiene por qué haber un niño delincuente y a veces el niño delincuente tiene la posibilidad de reintegrarse en la sociedad; hay que saber distinguir una gamberrada de lo que es un delito penal con consecuencia grave para la víctima".
    www.educarueca.org
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