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domingo, 10 de octubre de 2010

Los criterios de evaluación escolar adolecen de falta de homogeneidad

La manera en que se califica a los almjnos en los colegios vascos resulta desigual. "Un alumno con una calificación de suficiente y otro con un notable pueden haber obtenido la misma puntuación en la evaluación diagnóstica", asegura el informe Análisis de factores y variables del Instituto de Evaluación e Investigación Educativa (Isei-Ivei), dependiente de Educación. El informe se basa en la evaluación de competencias en euskera, castellano, matemáticas y ciencia, tecnología y salud que se ha realizado a estudiantes de cuarto de Primaria y segundo de Secundaria.
La evaluación centra su estudio de las diferencias en la competencia matemática por ser la más ajena a cuestiones lingüísticas. Aunque entre el nivel del aula y la evaluación no existen diferencias, sí se registran en el plano individual. "El profesorado tiende a ajustar la dispersión que se da entre el alumnado dentro del aula y adapta sus criterios de evaluación a un nivel medio que atribuye al grupo", argumenta el estudio. "Los profesores también evalúan según el contexto", explica Francisco Luna, director del Isei-Ivei, a EL PAÍS. Luna recalca que este es un buen momento para plantear debate sobre las evaluaciones.
El texto identifica qué factores tienen relación con la adquisición de competencias en esos ámbitos. El estudio aporta datos sobre cuestiones que hasta ahora se habían venido intuyendo o reflejando en estudios externos. Así, subraya que estar escolarizado en el curso que corresponde por edad y la situación socioeconómica tanto del centro como del propio estudiante son las variables que más influyen. Esto último resulta importante, porque altera las puntuaciones, pero no es determinante, ya que hay centros de entornos complicados con buenos resultados.
Más horas al día haciendo deberes no implican mejores resultados. En Primaria, los niños que mejor puntuación obtuvieron en la evaluación diagnóstica fueron aquellos que realizan los deberes a diario durante una hora o menos, seguidos de los que estudian entre una y dos horas. A partir de dos horas, el esfuerzo resulta en cambio contraproducente, algo que también ocurre en Secundaria, aunque el efecto negativo es menor.
El ámbito familiar influye de forma determinante a la hora de adquirir competencias. Los estudiantes que provienen de familias nucleares -con ambos padres, lo que supone el 87% en cuarto de Primaria y el 80% en segundo de Secundaria-, obtuvieron mejores puntuaciones. Los estudiantes de familias monoparentales o en acogida obtienen peores resultados.
El nivel de estudios de los padres también guarda relación. El 70% de los progenitores de los evaluados había superado el Bachillerato. Sus hijos obtuvieron mejores resultados que aquellos cuyos padres tienen un nivel de estudios menor. Además, los de la madre influyen más que los del padre. La lengua familiar supone otro dato a considerar: quienes realizaron las pruebas en su lengua materna -no la de estudio- lograron mejores puntuaciones.
La edad en que los padres deciden escolarizar a sus hijos resulta determinante. Cuanto más se adelanta ese momento -no existe obligación hasta los seis años-, mejores puntuaciones se obtienen. Y no solo en cuarto de Primaria, donde el 93% fue escolarizado con tres años o menos. La diferencia se mantiene también en segundo de Secundaria, donde el 59,9% comenzó la escuela antes de los tres años. La nota de los niños nacidos en el cuarto trimestre del año es más baja que los del primero, lo que demuestra que la madurez afecta a la adquisición de conocimientos. En Secundaria tal diferencia se iguala.
Un estudiante contento logra mejor puntuación, viene a decir el estudio. La valoración que hacen del centro no tiene peso en los primeros cursos, pero sí más adelante, donde, además, en el 66% de los casos a los estudiantes no les gustan las asignaturas. También hay relación entre la puntuación y si los menores ven casos de acoso en clase. El 75% no lo hizo en Primaria. Las expectativas también ayudan: quienes tienen intención de acabar Bachillerato superan a los que no.
Aquellos que estudian en el curso que les corresponde por edad presentan un rendimiento más alto. Esta es una de las variables que más pesan, según explica el Isei-Ivei. En cuarto de Primaria se mantienen en su curso el 93% de los niños, frente al 81% de Secundaria, donde el fracaso escolar hace mella. Las chicas son mejores en idiomas, ciencias, tecnología y salud en Primaria, mientras que los chicos llevan la delantera en matemáticas, una materia en la que las chicas los igualan en Secundaria. De los estudiantes inmigrantes, el 71% de Primaria está en el curso que le corresponde, frente al 45% de segundo de la ESO.

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