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martes, 5 de julio de 2011

«La escuela necesita espacios de aventura, salir fuera del aula»

Quiero compartir con todos vosotros esta noticia que me ha mandado muy amablemente,una asidua lectora del blog......gracias Eva.

http://www.diariovasco.com/v/20110705/al-dia-sociedad/escuela-necesita-espacios-aventura-20110705.html
Dice que los centros escolares son fruto de la revolución industrial del XIX y que deben cambiar 
«La escuela necesita espacios de aventura, salir fuera del aula»

Habló de innovación educativa en los Cursos de Verano. El pedagogo, periodista y sociólogo Jaume Carbonell Sebarroja, director de la revista 'Cuadernos de Pedagogía' desde su fundación, hace 15 años, afirma que el cambio está dentro las aulas más que en los numerosos planes educativos, aunque algunos de ellos han podido ayudar. La escuela sigue siendo un producto del siglo XIX que tiene que cambiar, sostiene.
- ¿Hacia dónde va la innovación en materia educativa?
- Participo en el curso 'Teorías y prácticas que cambian la escuela', que coorganizamos desde hace varios años con Paulí Dávila. Reflexionamos sobre si hay ideas innovadoras. Y de dónde viene el pensamiento clásico que inventó una nueva manera de entender la escuela. Planteó una cultura más viva y pegada a la realidad, una educación más próxima entre profesorado y alumnado, una relación distinta con el entorno y otra manera de organizar el tiempo y el espacio. Se buscaba una mayor comprensión de la realidad y de los fenómenos sociales y científicos. El derecho a la escolarización es básico. Ahora necesitamos una buena educación. Todos los niños están escolarizados pero no todos reciben una buena educación.
- Algunos centros escolares innovan...
- Son proyectos y teorías siempre muy enraizados con la práctica. El eje conductor en el curso es que el pensamiento está ligado a la acción. No puede haber ideas especulativas abstractas si no tienen conexión con la realidad. Y la realidad son aulas, maestros y maestras y alumnos. También pensamos que no debe haber prácticas, actividades o rutinas sin reflexión sobre ellas. Todo, con el objeto de mejorar y cambiar la escuela.
-¿Cuál es el objetivo del cambio?
-Tiene que ver con el tipo de personas que formamos. Hay que formar personas con una cultura más sólida, pero no enciclopédica y aprendida de memoria. Eso es algo hipócrita. Hemos de aspirar a la cultura que queda, a la que nos sirve para manejarnos mejor en la vida, reflexionar los proyectos, trabajar en equipo y adaptarnos a los cambios. Hoy la información nos abruma. Si no estamos educados, nos vamos a perder. Como decía Ignacio Ramonet, el exceso de información genera desinformación. Se trata de tener intereses culturales e información. Conocer las fuentes, por ejemplo, quién lo dice, desde dónde se habla y se escribe. Eso genera un conocimiento sólido, duradero y relevante, objetivo de una buena educación.
-Y hay más metas.
-Animamos a los centros a tener proyectos sólidos. Que no sean sumas de maestros y maestras, cada cual por su lado. Tiene que haber un proyecto educativo con valores, criterios y maneras de entender la enseñanza. Es algo colectivo. Todos los centros educativos tienen claustros, pero no todos tienen equipos. En el equipo hay una voluntad de sumar identidades en un proyecto común.
- ¿Hay algo común en los proyectos educativos innovadores?
- En las pedagogías innovadoras hay una relación de mayor cercanía, confianza e interacción entre profesorado y alumnado. Son pedagogías del diálogo y la conversación. Hay una gran diferencia con el modelo de transmisión, donde todo el conocimiento lo tiene el profesor. La cultura no está comprimida en el libro de texto; debe ser abierta y cuestionada. La vamos construyendo entre todos.
- Reivindica nuevos espacios...
- La escuela es una institución de la época industrial, del siglo XIX. Hoy hablamos de un modelo industrial en crisis pero la escuela sigue ese modelo: unos edificios con unas aulas cerradas a las que falta espacio para investigar o para interactuar en grupos de distintas edades. Los patios son de cemento y pistas. No hay bosques ni jardines, espacios de aventura para tener nuevas sensaciones y aprendizajes. Los horarios son muy rígidos. La concepción inicial no se ha movido. Hay una gramática escolar anquilosada. Esto hay que removerlo para que la institución sirva para una educación más libre, abierta y flexible.
- El profesorado es la pieza clave, dice usted.
- Sí, sería un profesorado sensible a los cambios. Los niños reproducen conductas y hábitos de los adultos. La función del educador no es sólo transmitir conocimientos sino unos valores, una ética y un proceso de socialización. El maestro tiene un compromiso con la infancia y la sociedad: debe contribuir a la mejora social. Aunque es un espejismo pensar que el cambio sólo vendrá desde la escuela. No se le pueden pedir imposibles pero sí que contribuya con su grano de arena.
- Se dice que a la escuela se le exige demasiado. ¿Es cierto?
- Hay maestros muy comprometidos que asumen una labor muy importante y es cierto que hay familias para las que la escuela es un aparcamiento. Pero la conciliación laboral y familiar es algo que no está resuelto. También hay centros escolares donde hay una gran participación de las familias, más madres que padres, eso sí. Hablamos de un colectivo y de una tarea inmensa: el profesorado es la primera empresa pública del Estado.
- Apuesta por menos fragmentación entre asignaturas.
- La realidad está interrelacionada. La gente avanza más en el conocimiento si percibe esos nexos y participa de manera activa. Está la idea del entorno o la ciudad educadora: la cultura no está en un libro de texto ni en el aula, sino en el territorio como lugar de observación y aprendizaje. Si abrimos la ventana ante unas buenas vistas hay una lección de geografía y sociología. Hay centros que avanzan en esta dirección.
- La escuela debe formar ciudadanos criticos, dice.
- El movimiento del 15M nos ha dado una lección democrática. Practican una forma de relación, de escucharse y de discutir que nada tiene que ver con las broncas de los políticos.


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