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viernes, 4 de junio de 2010

Un día en la escuela primaria Strömberg.Embajada de Finlandia, Washington

No existe un sistema educativo perfecto, pero el de Finlandia es admirado en todo el mundo.

Päivi Ristolainen-Husu, rectora de la escuela Strömberg, con sus alumnos durante un recreo. Foto: Elina Bicšak
¡Allá vamos! 

Son poco más de las ocho. Todavía no ha salido el sol esta mañana de octubre, cuando los alumnos, de 7 a 13 años, de la escuela Strömberg se quitan sus abrigos, sus gorros y sus zapatos junto al perchero reservado para cada grupo. En el vestíbulo el fuego crepita en la chimenea que el bedel Keijo Hämäläinen ha armado para deleite de los alumnos. En los pasillos se oyen saludos coloquiales cuando se encuentran alumnos, maestros y el resto del personal. 

En esta escuela todos se conocen y los niños, a la manera finlandesa, tratan a los adultos por sus nombres. Los varones sacan de sus mochilas sus trompos boyblade y los hacen combatir antes del comienzo de las clases. A su propio ritmo, los alumnos se van incorporando a sus grupos, designados con nombres de animales del bosque finlandés: Alces, Osos, Zorros, Linces, Halcones, Comadrejas, Focas, Búhos y Lobos. En la escuela también funciona el grupo Castores para niños seriamente discapacitados, que llegan en taxis a la misma hora. Ya puede empezar la jornada escolar. 

La escuela primaria Strömberg, en el barrio de Pitäjämäki de Helsinki, se encuentra en el centro de una antigua zona industrial en cuyos solares fueron construidos en los últimos años edificios de apartamentos. Pitäjämäki está a unos diez kilómetros al oeste del centro de la capital, junto a una transitada avenida. La zona es socialmente heterogénea, pues alberga tanto familias de buenos ingresos, que viven en sus casas propias, como otras menos pudientes, y tiene viviendas municipales que se alquilan a personas con problemas sociales. También exhibe más densidad de inmigrantes que el promedio de Helsinki. 

La escuela es una primaria municipal, a la que asisten los niños del barrio y por ejemplo, los que han hecho el preescolar en el Montessori. Ocupa el edificio de un antiguo taller de construcciones mecánicas, ampliado y reciclado en 2000. La rectora, Päivi Ristolainen-Husu, participó desde el principio tanto en la elaboración de los planes de estudios como en el diseño de un edificio al servicio del moderno concepto de enseñanza. Las instalaciones son, al estilo nórdico, amplias y luminosas, los materiales duraderos y los colores cálidos. Además de las aulas normales, en la escuela hay talleres de prensa, de artesanías, de música, de expresión y de ciencias naturales y educación medioambiental, gimnasio y biblioteca. Entre sus peculiaridades se cuentan un pequeño jardín de invierno, mullidos sofás para leer y mesas de ajedrez.

Los interiores de la escuela Strömberg son espaciosos y luminosos, diseñados para favorecer el proceso de aprendizaje. Foto: Elina Bicšak
Aprendizaje por la acción 

Volvamos a las aulas. Algunos grupos están en clase en sus propias salas, estudiando por ejemplo lengua o matemáticas. Para esas lecciones planean en conjunto con los maestros los objetivos semanales y eligen las tareas que luego realizan a su propio ritmo. Otros están en los talleres aprendiendo por la práctica y la acción. Cada grupo pasa una semana corrida en el taller de prensa haciendo la revista de su clase. Los niños emplean bastante poco los libros de texto, pero en cambio sus mochilas están llenas de cuadernos, en los que recogen información y hacen sus tareas. En las clases nadie está sentado empollando: los alumnos circulan por el aula buscando datos, solicitando consejos al maestro, trabajando con sus compañeros, de vez en cuando descansando en un sofá. La atmósfera de la clase es activa, pero sin embargo el maestro lo tiene todo bajo control; los docentes tienen autoridad, por lo que pocas veces necesitan recurrir a métodos autoritarios. 

Las clases suelen durar una hora y media, separadas por recreos de media hora, que casi siempre los alumnos pasan al aire libre, cualesquiera sean las condiciones climáticas. En el patio hay juegos de plaza y junto al mismo un gran campo de deportes, que los niños pueden usar libremente en verano para jugar al fútbol y en invierno para patinar. 

La escuela aplica los ideales del pedagogo francés Celestin Freinet, que destacan el aprendizaje mediante la acción y el espíritu de comunidad. La rectora Ristolainen-Husu asegura que tanto los programas nacionales como los del municipio siguen la visión de Freinet, pero en la escuela Strömberg el modelo está más desarrollado, pues hasta las instalaciones fueron diseñadas para trabajar en talleres y para apoyar la autogestión del alumnado. 

Otra característica de la escuela es el trabajo en grupos integrados: en cada grupo hay alumnos de dos cursos diferentes. Las diferencias de nivel entre niños de la misma edad pueden ser bastante grandes, pero cuando en el aula hay alumnos de distintas edades, las mismas parecen más naturales y dan lugar a menos comparaciones. A los estudiantes más lentos o más rápidos que el promedio se les dan tareas acordes con sus necesidades.

Un funcionario del servicio de aguas corrientes explicó a estos niños de 8 años cómo se abastece de agua la ciudad. Actualmente están construyendo su propio sistema de suministro. Foto: Elina Bicšak
Ventanas abiertas al mundo 

Un aspecto central del programa de estudios de la escuela es la educación laboral: desde el primer curso los alumnos participan en la gestión de los asuntos comunes de la escuela. Se van turnando por grupos para ocuparse de las plantas, la biblioteca, la recolección de papel, el reciclaje, el compost, el patio y el acuario, para ayudar en la cocina y en el aula de Castores, y cuidan del inquilino del taller de medio ambiente, la tortuga Pertsa. La educación laboral no está a cargo de los maestros sino de los restantes adultos de la escuela, es decir el personal de limpieza, de cocina, el bedel, la secretaria y la asistente. En la escuela la responsabilidad por la educación está equitativamente distribuida entre todos, y se procura evitar las jerarquías innecesarias. 

La escuela también está abierta a la sociedad circundante. Esto significa por ejemplo que los padres son siempre bienvenidos en las clases, y sus capacidades se aprovechan en los talleres y en la enseñanza vespertina. Los cursos suelen hacer excursiones y visitas a distintos sitios. Todos colaboran con el proyecto de WWF para salvar el lago Malawi y siguen su evolución. 

Toda la escuela Strömberg trabaja cada año sobre un tema común, abordándolo desde los más diversos enfoques científicos y artísticos, por ejemplo el aire, el agua, la tierra o el fuego. En la aprehensión de los temas se trabaja en cooperación con el vecino parque infantil Strömberg y con la guardería Mestari. 

¡A comer! 

Pero después de estudiar tanto es hora de un descanso, y ya empezamos a tener hambre. Vayamos a almorzar al comedor de la escuela. En la Strömberg, como en todas las escuelas finlandesas, se les sirve gratuitamente a los alumnos una comida caliente cada día. Hoy tenemos albóndigas con puré, uno de los platos favoritos de varias generaciones de escolares, ensalada, pan y leche. Hay raciones especiales para quienes siguen dietas por motivos religiosos o de salud. Los niños comen en mesas agradables, con manteles y flores frescas todo el año. 

La construcción y el mantenimiento de la escuela Strömberg no han requerido más fondos que lo normal. Sin embargo en ella se han incluido numerosos elementos que vienen a observar los expertos del resto de Finlandia y del mundo. También el edificio diseñado por los arquitectos Kari Järvinen y Merja Nieminen es visitado por colegas de diversos países. 

La jornada escolar termina entre las 12 y las 14, dependiendo del curso y del día. Como en la mayoría de las familias finlandesas tanto el padre como la madre trabajan jornada completa, los pequeños escolares deberían esperarlos largas horas solos en sus casas, pero el municipio construyó el parque infantil Strömberg, cerca de la escuela y accesible sin cruzar calles, en el que pueden pasar las tardes. El amplio parque tiene instalaciones recreativas y deportivas, y dos edificios donde los niños hacen sus tareas o juegan. Cinco monitores se ocupan de su bienestar, y se les ofrece una merienda por el precio de los ingredientes. Todos los restantes servicios del parque son gratuitos. El mismo también aplica los principios pedagógicos de Freinet: los niños participan en la creación de las condiciones para su propio bienestar. 

Después de las cuatro los padres pasan a buscar a sus hijos, que los esperan con los pantalones embarrados y los guantes empapados, pero satisfechos de lo que han hecho, visto y jugado. 

A ponerse la mochila y saludar a los onitores. ¡Hasta mañana! 

Escrito para Virtual Finland por Salla Korpela

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