"Cierra los ojos, relaja los brazos. Inhala, exhala". Durante dos minutos, un grupo de escolares sólo escucha estas instrucciones, en completo silencio. Es el comienzo de la clase de la maestra budista Miao Mu. Ella ha recorrido el mundo enseñando una técnica que mezcla disciplinas como yoga, tai chi, relajación y meditación para bajar los niveles de agresividad de los niños en sus escuelas. Ahora, está por aplicar su método en las aulas chilenas.
Oriunda de China, puso en práctica este método, primero en una cárcel en Taiwan, en 1996, y luego en tres colegios de Estados Unidos y un orfanato de Brasil. En todos se encontró con situaciones de alta vulnerabilidad, pero los resultados fueron positivos: en las clases americanas, el 86% de los niños mejoró sus notas en matemáticas e inglés y el 92% bajó su agresividad y estrés. En 2000, lo aplicó en Sao Paulo con 450 alumnos de un orfanato, en clases de cinco minutos por 60 días: "El 97.5% de los niños disminuyó sus niveles de agresividad", señala.
A partir de 2011, implementará su estrategia, bautizada como "Equilibrio y Armonía", en 13 colegios de Peñaflor y Malloco, para 500 niños de prekinder a cuarto básico.
Miao Mu es presidenta del templo budista Fo Guang Shan de Talagante. Los ejercicios no sólo pretenden trabajar el cuerpo, sino agregar con la meditación algunas estrategias tendientes a mejorar la autoestima.
El plan contempla ejercicios de respiración, ejercicios musculares a través del yoga y tai chi. Se finaliza con una meditación a través de mantras, que consiste en la repetición de frases que invocan diferentes conceptos: alegría, fuerza o prosperidad.
"La diferencia entre este programa y las clases de yoga regulares es que en éste se integra cuerpo y mente: les ayudamos a los niños a conectarse con sus emociones", comenta la maestra Mu. En una primera etapa, de tres meses, serán talleres de 15 minutos en la sala de clases habitual. Para la segunda etapa, que durará seis meses, las clases serán de 30 minutos. "Los niños aguantan hasta media hora con este tipo de ejercicios", dice Dylcia Torres, coordinadora del proyecto. El curso también puede ser tomado por los profesores para que se conviertan en monitores una vez que el proyecto termine.
Efectos probados
En el colegio Kilpatrick de Las Condes saben del efecto que el yoga tiene en los niños. Cada vez que un profesor los nota inquietos, detiene la clase y les pide que hagan algunos ejercicios, durantre tres minutos. Tras esto, "los niños se calman y siguen la clase más atentos", señala Pamela Carrión, profesora de yoga del establecimiento.
Los niños no sólo aprenden sino que terminan enseñándoles a sus padres. Al menos es la experiencia de Cristián Gacitúa, monitor de alumnos de primero y segundo básico de The Grange. Dice que el yoga, que practican una vez a la semana, les hace "mejorar su concentración y están más calmados. Después de verlos, las mamás nos dicen 'cómo estuvo tanto tiempo tranquilo", cuenta. Recuerda que en una ocasión una apoderada se acercó para contarle que durante un viaje de avión, su hija pequeña le enseñó técnicas de respiración para sentirse menos nerviosa. "Los niños no sólo lo hacen por diversión, sino que internalizan que se trata de una técnica que les puede servir para toda la vida", señala.
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