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jueves, 18 de noviembre de 2010

El fraude del desequilibrio químico cerebral

Más información en :

http://www.luchaporlosninos.com/


Las Afirmaciones Inexistentes que lo Apoyan

Publicidad Falsa
Por Jan Eastgate*

La teoría del “Desequilibrio Químico del Cerebro” es el fraude más exitoso de la psiquiatría.
Al paso de los años, la psiquiatría ha convencido a millones de personas que sus cambios emocionales, es decir las altas y bajas del estado de ánimo, se deben a la deficiencia de serotonina y que solamente pueden ser aliviados solo si toman fármacos que trastornan la mente, como los antidepresivos.
No obstante, altos especialistas afirman que la teoría del desequilibrio químico es un fraude al 100%. El neurólogo pediatra Dr. Fred Baughman Jr., autor de El Fraude del TDAH, como la psiquiatría hace pacientes a niños normales, compareció ante el Senado del Estado de Georgia, y declaró: “Hay algo que ustedes deben saber acerca de los diagnósticos psiquiátricos: No existen tales cosas como un trastorno psiquiátrico, la enfermedad psiquiátrica o el desequilibrio químico psiquiátrico”.
Cuando la teoría del desequilibrio químico cerebral se emitió, fue cuestionada por la agencia informativa Today Show de la NBC, el entonces presidente de la Asociación Americana Psiquiátrica (APA, por sus siglas en inglés), el Dr. Steven Sharfestein, defendió ésta afirmación. Una avalancha de críticas y cuestionamientos sobre tal afirmación se hicieron patentes, varios días después Sharfestein se retractó públicamente diciendo que “no existe ‘ninguna prueba contundente de laboratorio’ que determine la existencia de un desequilibrio químico en el cerebro”.
El vocero de la APA, el Dr. Marc Graff, dijo que la teoría del desequilibrio químico del cerebro, “era probablemente una afirmación proveniente de la industria farmacéutica”1
Que no es de sorprenderse, ya que representa más de $13 mil millones de dólares anuales por ventas tan sólo de antidepresivos, es un enorme incentivo por lo cual mentirle al público.
Cuando se le preguntó al Dr. David Burns, ganador del premio A.E. Bennett de la Sociedad de Bioética de Psiquiatría, sobre el estatus de la teoría del desequilibrio químico de la serotonina, dijo: “pasé los primeros años de mi carrera, investigando tiempo completo el metabolismo de la serotonina, pero nunca encontré ninguna evidencia convincente de que cualquier trastorno psiquiátrico, incluyendo la depresión, fuera debido a una deficiencia de serotonina del cerebro”, de hecho no hay forma de medir los niveles de serotonina en una persona viva, por lo que no hay forma de probar éstas teorías”.2
A pesar de estos hechos, se les ha prescrito antidepresivos a decenas de millones de personas en todo el mundo, según uno de los laboratorios, más de 54 millones de personas consumen tan solo uno de ellos. Muchos de los consumidores creen, debido al bombardeo de publicidad, que están corrigiendo una condición física, condición que simplemente no existe.
La Administración de Drogas y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés, de EU) que protege a la psiquiatría y a la industria farmacéutica, se ha asegurado que a la gente no se le haya dicho la verdad sobre la teoría del “desequilibrio químico”, o de los peligros de los fármacos prescritos para el supuesto tratamiento. El comisionado de la FDA Andrew C. von Eschenbach admitió que: “No hay pruebas de laboratorio que determinen la existencia del TDAH, de la bipolaridad o de la Ezquizofrenia. Más que diagnosticar una ‘enfermedad’ generalmente les dejamos esta decisión a los expertos... quienes tratan y estudian éstas entidades”3.
Las compañías farmacéuticas dan apoyos económicos a los psiquiatras expertos, un análisis de los registros de Minnesota hecho por el New York Times, que es el único Estado que requiere de los expertos documentos de transparencia de todas las compañías farmacéuticas, como pagos por publicidad a los doctores, arrojaron la siguiente información, que de 1997 al 2005, más de una tercera parte de los psiquiatras con licencia para la práctica, recibieron dinero de la industria farmacéutica, incluso el octavo presidente de la Sociedad de Psiquiatría de Minnesota.4
Es increíble que le tomara a la FDA por lo menos trece años antes de anunciar, a pesar de haber contado con esa información desde 1991 o antes, y publicar una advertencia acerca de que los antidepresivos causan “ansiedad, agitación, ataques de pánico, insomnio, irritabilidad, hostilidad, impulsividad, acatisia (intranquilidad severa), hipomanía (excitación anormal, manía leve) y manía (psicosis caracterizada por sentimientos exagerados y alucinaciones). 5
En 2004, al ordenar las advertencias mas severas que se deben escribir “dentro de un recuadro negro” en los empaques de antidepresivos, la FDA finalmente alertó al público del riesgo que tenían los niños y adolescentes al tomar antidepresivos, pero solo después de las innumerables tragedias que se habían registrado. En el 2006, la agencia emitió advertencias similares para las personas de 18 a 24 años. Los estudios muestran que también los adultos también corren el mismo riesgo de suicidarse, y que pueden ocurrir efectos serios al retirarlos, así como la “ideación homicida”. (ver articulo Prescription Havoc”en la pág. 20).
Los antidepresivos son peligrosos. Adicionalmente en enero del 2008, La revista New England of Medicine, publicó un estudio del Dr. Erick H. Turner, et all, que determinaron que la eficacia de los antidepresivos había sido exagerada. En dicho estudio, ellos revisaron los 74 estudios que se hicieron sobre una docena de antidepresivos y a los 12,564 pacientes que participaron en los estudios. De los 36 estudios que la FDA determinó que eran negativos o que tuvieron resultados cuestionables, nunca fueron publicados los resultados negativos de 22 de esos estudios. Y de los 14 estudios restantes, dijeron que 11 de éstos estudios habían estado mal caracterizados los resultados y los resultados negativos se presentaron como positivos.6
Un mes después, la Public Library of Science, (PLOS) publicó un estudio encabezado por el Pprof. Irving Kirsh de la Universidad de Hull, quien había revisado 47 estudios, algunos de ellos habían sido publicados otros no, requeridos a través de la Ley de Transparencia de Estados Unidos, y encontró que no había prácticamente ninguna diferencia entre los antidepresivos y los placebos cuando se daban como tratamiento para la depresión leve.
Aparentemente había mejora en los pacientes con depresión muy aguda a quienes se les dio placebo reducido mas que a los que se les aumento los antidepresivos. “Esto quiere decir que la gente con depresión puede mejorar sin los tratamientos químicos” afirmó Kirch. 7
Mientras que los psiquiatras insisten en que la enfermedad es una condición neurobiológica, y han gastado miles de millones de dólares sin haber conseguido evidenciar esta teoría, el psicólogo Bruce Levine, autor de Commonsense Rebellion (La Rebelión del Sentido Común) está dentro de aquellos que han enderezado los conceptos diciendo: “No se han establecido marcadores bioquímicos o genéticos para el trastorno por déficit de atención, el trastorno oposicionista desafiante, la depresión, esquizofrenia, ansiedad, compulsión por el alcohol o el abuso de drogas, sobrealimentarse, apostar, o ningún otro de los supuestos enfermedades, males o trastornos mentales.8
Un estudio hecho en noviembre del 2005 por Jeffrey Lacasse, conferencista invitado por la Universidad de Estado de Florida, y John Leo, profesor asociado de Neuroanatomía de La Universidad Lincoln Memorial, confirmó que “No existe ningún artículo que haya revisado hecho por algún colega que pueda citarse para apoyar la teoría de que la deficiencia de serotonina existan en ningún trastorno mental, mientras que sí existen los que presentan evidencia contraria a ello.”
Como parte de la farsa, muchos psiquiatras mandan estudios de escaneos cerebrales, para demostrar que existe los trastornos mentales. El psiquiatra Douglas Mar, quien trabaja en contra de esta práctica afirma: “No hay base científica que apoye estas teorías”.10
Podemos hacer escaneos en todos los cerebros que queramos” dijo Grace Jackson, ex psiquiatra del servicio en la Marina de EU. y autora de Rethinking psychiatry drugs, Guide of Informed Consent Reconsiderando las drogas Psiquiatricas, guia del consentimiento informado, el hecho de que observemos cambios en los cerebros de muchas personas, cambios en la función, no quiere decir que hayamos descubierto nada que se haya originado en los cerebros, solo quiere decir que vemos cambios, pero no que haya algo mal en los cerebros”.11
El diario norteamericano The New York Times, resumió en una investigación de 30 años, revelando que ningún psiquiatra o investigador ha establecido las imágenes neurológicas como medio para diagnosticar alguno de los trastornos mentales o determinar la causa biológica que las provoque.12
En otros países fuera de Estados Unidos, donde la influencia de la publicidad de las farmacéuticas está limitada, las agencias reguladoras han tomado cartas en el asunto en cuanto la publicidad falsa o incorrecta. Hace algunos años por ejemplo El Consejo Médico de Irlanda prohibió al fabricante de Paxil que publicitara que el fármaco corrige el desequilibrio químico.13
En el 2002, La Comisión de Publicidad de Holanda, ordenó a la Brain Foundation (Fundación del Cerebro), que dejara de hacer publicidad o promover que el TDAH sea una condición neurobiológica o una disfunción cerebral debido a que no hay ninguna evidencia que apoye éstas afirmaciones.14
En Estados Unidos, sin embargo, a pesar de haberse informado los hechos, la FDA y la Comisión de Comercio Federal han permitido que la publicidad falsa se siga haciendo.
Una demanda creciente de culpabilidad de los psiquiatras y de los grupos de apoyo quienes reciben fondos económicos de sus industrias farmacéuticas, se encuentran promoviendo legislaciones federales y reformas a la FDA para que los beneficien.

*Jan Eastgate, Presidenta de la Comisión de Ciudadanos por los Derechos Humanos Internacional.

Artículo traducido al español por Rossana Fernández de CCHR México, se hace un agradecimiento especial a la Freedom Magazine por autorizar su publicación en español.

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