Aunque esta noticia haya pasado prácticamente desapercibida, las escuelas españolas deberían tomar nota de lo que ha sucedido en Nueva York. Los jueces han obligado al gobierno de la ciudad a publicar los resultados de las evaluaciones realizadas a más de 18.000 profesores de las escuelas públicas.
La prensa local quería conocer estos resultados. Los sindicatos de profesores se negaron. La controversia llegó a los tribunales y los jueces sentenciaron que la prensa tenía razón.
Los docentes están que trinan. Tienen motivos, porque a cada nombre y apellido, junto al centro educativo donde trabajan, le sigue una puntuación que no siempre resulta ejemplar. Y claro, surgen los agravios.
Me lo estoy imaginando: “¿has visto que mala nota ha sacado Mr. Fulanito?” “¿Entiendes, papá, por qué decía que Mr. Zutanito era un profesor horrendo?” O bien: “¿Cómo es posible, señor director, que nuestro colegio salga tan mal clasificado? ¿Y usted se atreve a censurar el comportamiento de mi hijo? ¿Por qué no habla con Mr. Menganito, que nunca llega puntual a clase?”
El sindicato que se opone alega que se está juzgando a los profesores con un sistema que no es del todo justo. Pero… me pregunto yo. ¿y qué son los exámenes sino las pruebas menos injustas que pueden establecerse para controlar el aprendizaje? Quien más quien menos, todos hemos pencado algún examen para el que nos habíamos preparado concienzudamente…
Lo que no solía suceder es que nos suspendieran todos los exámenes cuando estos habían sido preparados con suma atención.
Huelga decir que padres y alumnos están felices de disponer de una información tan interesante.
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